Cómo Hablar Sobre la Salud Mental con los Jóvenes: Un Enfoque Realista

Hablar de salud mental con los jóvenes no es fácil. La palabra “salud mental” por sí sola puede generar incomodidad, como si estuviéramos hablando de algo de lo que no deberíamos hablar. Pero, al mismo tiempo, es más importante que nunca tocar este tema. Porque, aunque no lo creas, si no lo haces tú, alguien más lo hará. Y esa “otra persona” podría ser alguien con menos experiencia en el tema, o peor, alguien que no se preocupa por el bienestar del joven. Así que si estás aquí, leyendo sobre cómo hablar de salud mental con un adolescente, ya estás un paso adelante.

1. Deja de Pensar en la Conversación Como “La Conversación”

Primero lo primero: no existe “la conversación” perfecta. Hablar de salud mental no es como en las películas, donde dos personas se sientan en una sala y tienen esa charla mágica que lo resuelve todo. La salud mental no es un solo tema de conversación, es un proceso continuo. Si piensas que hay que hacer todo en una sola charla, te estás poniendo demasiada presión. La salud mental es algo que se construye en conversaciones regulares, sinceras y con el tiempo. Así que no te preocupes si no tienes la respuesta para todo en un solo día. Simplemente comienza. Hablar ya es un gran paso.

2. Hazlo Relacionable, No Lecturas de Psicología

No necesitas hablar en términos clínicos o de manual. El lenguaje técnico puede hacer que el joven se desconecte más rápido que un “WiFi de hotel”. En lugar de decir “trastornos afectivos”, habla de “sentimientos raros” o de estar “como en una montaña rusa emocional”. Cuando los jóvenes sienten que pueden entender lo que estás diciendo, es más probable que se abran y compartan lo que realmente sienten.

Un ejemplo simple: si ves que están estresados o tristes por algo, en lugar de decir “pareces estar experimentando ansiedad”, intenta con algo como “Parece que lo que estás viviendo te está afectando más de lo normal, ¿te gustaría hablar de ello?”

3. No Hagas Preguntas Cerradas

Las preguntas como “¿estás bien?” o “¿te pasa algo?” rara vez funcionan. La respuesta suele ser “sí”, aunque no sea cierto. Los adolescentes tienen esa habilidad prodigiosa de contestar “todo está bien” aunque en su cabeza esté todo al revés. En lugar de hacer preguntas cerradas, opta por abrir la conversación con algo más directo pero no invasivo. Por ejemplo: “A veces cuando me siento mal, no sé ni por dónde empezar a hablar. ¿Te pasa eso también?” Esto invita a la otra persona a abrirse de manera más honesta y menos defensiva.

4. Escucha Más, Habla Menos

Sí, es tentador dar consejos cuando ves que alguien está pasando por algo. Pero, en muchas ocasiones, lo que un joven necesita no es que les digas lo que deben hacer, sino que les escuches. Lo que parece trivial para ti, puede ser un gran problema para ellos. Solo porque lo que están viviendo no te parezca el fin del mundo, no significa que no sea algo importante para ellos. A veces, lo más importante que puedes hacer es simplemente estar ahí. Escuchar, sin interrumpir, y sin juzgar.

5. No Subestimes el Poder de Hablar de Tu Propia Experiencia

A los jóvenes les cuesta confiar, pero si eres sincero y abres un poco de tu propia vida, incluso tus propios errores o luchas emocionales, ellos podrían sentirse más cómodos compartiendo lo suyo. Por supuesto, no se trata de hacer la conversación sobre ti, pero cuando te haces vulnerable y les dejas saber que no todo en tu vida es perfecto, se sienten más seguros de compartir sus propios problemas. “Yo también he tenido momentos difíciles” o “Yo también me sentí así a tu edad” pueden ser declaraciones poderosas.

La salud mental de los jóvenes no solo se ve afectada por factores externos como amigos y escuela. La familia juega un papel crucial en su bienestar emocional. Si te interesa saber cómo las dinámicas familiares impactan la salud mental de los niños, te invito a leer nuestro artículo sobre la influencia de la familia en la salud mental de los niños.

6. Desmitifica la Terapia

Hay un estigma enorme en torno a la idea de ver a un terapeuta. Muchos jóvenes pueden pensar que ir a terapia significa que están “roto” o “débil”. Aquí es donde puedes hacer un gran trabajo. Explica que buscar ayuda no es un signo de debilidad, sino de fortaleza. La terapia es solo una forma de tener una conversación honesta con alguien que está entrenado para escuchar, sin prejuicios. Hacer que los jóvenes vean la terapia como algo normal, como ir al médico cuando tienes un dolor físico, es un paso clave.

7. Hazlo en su Propio Terreno

No todos los adolescentes son iguales, y no todos se sentirán cómodos en el mismo ambiente. Algunos preferirán una conversación cara a cara, otros podrían sentirse más cómodos escribiendo o en una charla grupal. Encuentra un espacio donde se sientan relajados, como en un paseo, en el coche, o incluso durante una actividad que les guste hacer. Esto puede hacer que la conversación fluya más naturalmente.

8. Hazlo Sin Prisa

Finalmente, recuerda que las conversaciones sobre salud mental no tienen que ser una carrera. No estás intentando “solucionar” nada en ese momento. El objetivo es abrir el espacio para que, en el futuro, esa persona se sienta cómoda hablando sobre lo que realmente le preocupa. Tómate tu tiempo, escucha, y recuerda que la paciencia es clave.